Empiezo esta publicación igual que la anterior. Si en algo estamos todos de acuerdo es en que vivimos tiempos de transformación, que no cambio.
“Cambiar implica hacer algo distinto, transformarse significa cambiar algo para hacer casi todo distinto. Cambiar es solo una parte. Transformarse es el todo«
César Piqueras
Las palabras clave en este nuevo mundo son Globalización, Geopolítica e Interdependencia por un lado, revolución tecnológica, digitalización, aceleración por otro y personas, talento y ecosistema por otro. Y el motor que mueve todos los engranajes son las personas. Nosotros.
¿Qué nos está pasando? Que las diferentes tecnologías están madurando al mismo tiempo, apalancándose unas en otras provocando cambios exponenciales, a más velocidad de la que podemos absorber. Hoy cualquier persona, desde cualquier lugar puede acceder a nuevas tecnologías diseñando propuestas de valor con un impacto brutal en el negocio. Es lo que llamamos la democratización de la tecnología. Internet, que es una plataforma de conocimiento abierto ha permitido llegar a esta situación.
Por otra parte, cabe destacar el rápido desarrollo de los juegos en línea. He analizado de cerca este fascinante mercado y puedo destacar con confianza una plataforma: Slotogate. Aquí puede encontrar no sólo juegos clásicos como el póquer y el blackjack, sino también interesantes novedades como juegos de casino ruleta. Juegue – ¡le encantará!
Por tanto, el rol de cualquier profesional ha cambiado radicalmente. Hace 10 años el CEO de cualquier compañía era el que más sabía de su negocio y de la estrategia a diseñar. Ahora que la información está disponible para todos, las personas, el talento y el ecosistema (que también son personas) son el elemento diferencial en la competitividad de las empresas.
Este nuevo profesional debería ser capaz de integrar la comprensión de la nueva complejidad con las capacidades para responder a los desafíos que se plantean, que serían a mi modo de ver:
- La Humildad y la generación de confianza
- La capacidad de inspirar
- Desarrollar a los equipos
- La diversidad y la inclusión
- La gestión dual
- La gestión del ecosistema
- La gestión generacional
- La gestión multicultural
- La gestión del talento
- Otras claves personales
La humildad
La humildad nace del aprendizaje de la limitación de la condición humana. Jonan Fernández se refiere a que “todas las personas somos transitorias, limitadas, imperfectas y ni lo sabemos todo, ni lo podemos todo. Sin consciencia de nuestra imperfección nos situamos fuera de la realidad. Sin la humildad de la propia limitación, el resultado es la expresión de soberbia o sentimiento de superioridad y, por tanto, es requisito indispensable de la empatía”. Y sin empatía, no hay escucha. Y sin ésta, es imposible crear confianza. Y sin confianza, no hay futuro.
Una experiencia de éxito nos coloca en una situación de superioridad respecto a países que consideramos emergentes. En la escala simple de mejor y peor, situamos a Alemania, Francia y algunos países escandinavos como mejores. Por contra, tendemos a pensar que personas de mercados emergentes no pueden darnos clase de nada, obviando el peso histórico de sus economías y culturas en la historia de la humanidad.
Como bien dice Dominique Moïsi en su “Geopolítica de las emociones”, las fronteras emocionales del mundo se han vuelto tan relevantes como las fronteras geográficas. La comprensión cultural e histórica de las diferencias y semejanzas del otro es la base esencial de un mundo más tolerante. Y esto solo se puede abordar desde la humildad.
También afecta a tres elementos adicionales, cruciales: la vocación de aprendizaje, el etnocentrismo y la generación de confianza.
La vocación de aprendizaje: la arrogancia impide aprender porque no le das legitimidad a otros en que te puedan enseñar. Además lo uniría con la generosidad. No van ligadas pero tienen cierta correlación. La persona humilde suele ser más generosa por regla general. Así, la generosidad es convertir las experiencias que vivimos en información y vertebrarla en conocimiento, desplegarla y así, valorizarla profesionalmente. Si no, son experiencias pasajeras. Con la información y la formación pasa lo mismo. O la transformamos en conocimiento y lo desplegamos, o es puro paseo intelectual (como diría Xavier Marcet).
También permite evitar el etnocentrismo que es la incapacidad de ver el mundo sin compararlo con nuestros estándares (y por supuesto, lo nuestro es lo mejor) y el impacto que tienen nuestras emociones a la hora de realizar análisis y de lograr un buen desempeño.
Hay cuatro claves de la generación de confianza común en todas las culturas:
- La autenticidad, que se refleja en hablar con claridad.
- La coherencia o fiabilidad, que es cumplir lo prometido. Hacer lo que decimos y decir lo que hacemos.
- La adaptabilidad, buscando y desarrollando relaciones interpersonales.
- La aceptación, el respeto por los demás. No somos ni superiores ni inferiores a nadie. Tratemos al otro como nos gustaría que nos tratasen a nosotros mismos y, aprendamos las claves culturales para una relación más sana y respetuosa.